De ratones y hombres es una obra de esas que detienen el tiempo y aíslan el lugar. Su equipo ha hecho posible una maravilla escénica que trasmite y deja una huella de reflexión sobre la situación actual que vivimos grabada en el cerebelo.
Hoy, para WOMANWORD, sus intérpretes y su director, nos abren las puertas al mundo de De ratones y hombres.
Miguel del Arco, su director, la define como una función brutalmente oscura, pero secretamente iluminada. Una catarsis. Además, reconoce estar muy a gusto, orgulloso y emocionado en el Español. El salto de la obra de una sala independiente a un gran teatro como este, dice, ha sido un sueño cumplido.
La obra, explica, está enfocada en la gran crisis y de la economía de los años ’30 que no terminaba de arrancar y cuyos recortes terminaron de hundirlo todo trayendo consigo la guerra como consecuencia para conseguir el pleno empleo.
Al oír sus palabras se entiende por qué ha elegido presentar una obra de semejante calado en nuestros días, aunque asegura que el mensaje dentro del teatro parece estar mal visto: “La crisis se usaba y se usa en nuestros días como excusa para bajar los sueldos, explotar a los trabajadores, someterles a jornadas interminables, donde el trabajo es precario… mientras las grandes superficies viven y vivían tranquilas”.
“Es una realidad dura de presentar, una forma de encontrar el amor, el reclamo y la reflexión por medio del teatro. Se trata de seres humanos que luchan por subsistir, hostiles, es una metáfora sobre la ceguera social, ninguno quiere ver lo que tiene alrededor. Steinbeck da voz a los que no la tienen”. Y recuerda que si hablásemos más de compasión y amor, entenderíamos mejor lo que nos sucede mediante la empatía.
Por su parte, Concha Busto, su productora, asegura que ésta es su última colaboración cerrando así el círculo mientras recalca que la cultura no se puede regalar: “La situación actual de la cultura en nuestro país es denigrante. Para dar salud al teatro debemos pagar por él igual que pagamos por un par de zapatos”.
Fernando Cayo no quiere dejar de agradecer a los medios la repercusión conseguida y la atención prestada al Teatro, como género con mayúsculas. También resalta el compromiso con la verdad y el humor que entraña la misma: “una pulsión orgánica vital que, a pesar de la tragedia, potencia el bienestar y el compromiso con la verdad mediante un lenguaje cotidiano, cruzado y que tiene mucho que ver con la situación actual”.
Irene Escolar, por su parte, acompañada de su libreta agradece, emocionada, a Mario Gas el poder estrenar en la sala grande, repitiendo que para ella es un lujo volver a éste teatro. A la vez que lee convencida, una cita de Eduardo Galiano: “Steinbeck escribe obras de imaginación y coraje, que han confirmado que la energía solidaria es inversamente proporcional al nivel de ingresos. El fuego que de verdad calienta, es el que viene de abajo”.
Eduardo Velasco, firme y seguro, no duda en admitir que el teatro debe tener una función de crítica: “Es un espectáculo que llega, transmite y es muy necesario ya que estamos viviendo la misma situación de crisis que se vivió hace 70 años y que somos seres humanos cuya luz debe ser transmitida. Como actores es un lujo.” Y añade: “El teatro es compromiso social, político e ideológico. Es un punto de vista, un dibujo, un mensaje. El conflicto planteado debe provocar la catarsis en el espectador”.
Una obra y un equipo de lujo que no tiene desperdicio y que además de tener un mensaje y una reflexión implícita, entretiene.
Pasen, vean y vayan más allá.