El Bulli: Cooking in Progress

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Por Rocío Pastor Eugenio.

Se estrenó ayer y ya es toda una revolución.

Gereon Wetzel, su director, se ha metido con todo su equipo en la cocina de uno de los chef más prestigiosos de nuestro país, Ferran Adriá.

Durante dos horas, el alemán desenmaraña el día a día de una de las cocinas más experimentales y profesionales que existen, no en vano ha sido considerado durante cinco años como “el mejor restaurante del mundo”.

Esta denominación lleva consigo una carga de trabajo descomunal. El Bulli permanecía abierto durante seis meses, de junio a diciembre. Durante la otra mitad del año, el equipo de Adriá se encerraba en su laboratorio culinario de Barcelona, para llevar a cabo novedosas recetas, texturas y creaciones de ensueño con alimentos de máxima calidad.

El gusto por la comida se palpa en cada una de las escenas. Éste equipo ha nacido para recrear el placer del paladar de mil maneras diferentes. A prueba y error se va creando un menú de 35 platos que hará las delicias de sus comensales durante las 3 horas que dura la cena en El Bulli.

Tras recorrer Nueva York, Holanda, Alemania, Austria, Francia, los países escandinavos y Japón, éste documental ha llegado, por fin, a nuestro país y por primera vez, se muestra ante el público, de primera mano, el trabajo constante y consciente de éste equipo.

El documental permite al espectador oler el aceite de pistacho, saborear la batata deshidratada y hasta rechinar entre los dientes el hielo que resbala entre la menta y las mandarinas.

Situado en un lugar de ensueño, éste caserío reconvertido en restaurante combinaba las vistas hacia la cocina del futuro con la cala de Montjoi de Roses. La técnica entre la física, la química y los alimentos llevaron al chef a evolucionar hacia la cocina molecular de Hervé This, que conlleva la preparación científica de los alimentos cambiando sus texturas y propiedades.

La cocina como experimento. La gastronomía como ciencia. El equipo de Ferran, enfundado en sus batas blancas, ha otorgado a la cocina una nueva dimensión en la que el respeto por los alimentos y el afán de ir más allá consiguen la receta perfecta.

La buena noticia es que el documental es tan bueno, que uno no sólo sale del cine deseando  llegar a su casa y ponerse a cocinar de manera artesana, innovando con aquello que uno encuentre en la nevera, sino que además, sale con la idea de reservar una mesa en éste restaurante y disfrutar de 35 platos de pura imaginación.

El problema principal es que el pasado 31 de julio, El Bulli cerró sus puertas para reconvertirse en El Bulli Foundation, dedicado a la investigación en creación e innovación de la ciencia gastronómica cuyo próximo reto es abrir en 2014 un componente social y sin ánimo de lucro dentro del mismo.

Hoy nos queda, como testimonio del fiel trabajo de su chef, éste documental con el que ser testigos de cómo el trabajo constante lleva a la perfección y a la realización del sueño.

Felicidades.

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2 comentarios

  1. Con tu descripción me dan ganas de ir a ver la película, de comer en el Bulli y de darle un beso a Ferran Adriá. Me encanta como escribes.

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