Entrevista al reparto de Los Ojos, la última obra de Pablo Messiez.
Por Rocío Pastor Eugenio.
Los Ojos es la última obra de Pablo Messiez tras ‘Ahora. Cosas que hacemos para no estar solos’.
Su estilo personal y cercano hace inconfundible su teatro. En él, los sentimientos adquieren relevancia en un juego continuo de amarga realidad bañada con una carga positiva en la esperanza y en el cariño de los pequeños detalles.
Ahora, sus protagonistas cuentan su historia para WOMANWORD.
Pablo Messiez, escritor y director.
“La tierra es un elemento muy importante más allá de la metáfora. Me gusta conformar el espacio escénico de forma minimalista para focalizar la acción sobre los propios personajes en un teatro muy humanista.
La historia nace desde una ruptura propia y la lectura de una novela ‘Marianela’, ambas dieron vida a una idea: ‘Los Ojos’.
En Argentina yo era actor, estoy acostumbrado a improvisar y buscar diálogos verosímiles pero también busco la poesía. En la dirección de actores planteo personajes y los actores trabajan sobre ellos.
La familia es nuestro primer vínculo con el mundo, crea un país propio.
Siempre hay esperanza. Los personajes sufren momentos complejos pero si tomas distancia, ves que la vida es una espiral y no algo estancado, siempre hay movimiento.”
Fernanda Orazi, actriz. Interpreta a Natalia en ‘Los Ojos’.
“Siento ‘Los Ojos’ de manera diferente que ‘Ahora’ aunque dentro de un mismo universo: aquello que nos inquieta sobre el sentido más lindo y más feliz de la vida. El amor, la felicidad, y el encuentro real con el otro.
Los diálogos de esta obra son muy orales, son naturales, están escritos como si hubiesen sido dichos y Pablo los hubiese escuchado y recogido. Tienen voz y cuerpo, sentido y lógica. Uno dice lo que siente por dentro. Me gustan mucho las palabras y aprender a decir algo que pueda ser escuchado, me conmueve.
En esta obra soy la madre de Nela, exiliada por amor. Ella se siente sola tras haber puesto el sentido de su vida en otro y ahora se encuentra sola. El vínculo con su hija es muy conflictivo y deja en evidencia lo difícil que es ser madre y ser hija. Sobre todo por el hecho de tener que ser alguien que sabe más sólo por tener más edad.
Las dos tratan de ser felices desesperadamente. El movimiento de búsqueda nunca encuentra lo que anhela y pasan por sentimientos de frustración, entre la dificultad y las sensaciones y emociones entre lo que dicen y hacen.
Es una obra muy emocional en la que los personajes están vivos, son reales, no están lejos de las emociones sino que les son propias. Uno pasa por todo lo que pasa en la vida y Pablo propone vivirlo”.
Oscar Velado. Interpreta a Pablo.
“Para construir mi personaje he tenido que pasar por muchos meses de ensayo.
Quiero darle las gracias a Marina Milo, técnico de rehabilitación de la ONCE quien me ha guiado por este camino hacia la invidencia y el desarrollo del resto de mis sentidos.
Para el personaje ha sido un proceso muy bonito. A través de la observación y la práctica he podido hacer mi composición. Intercalaba ver con no ver. He aprendido que los que vemos estamos acostumbrados a ver y atrofiamos el resto de sentidos. He trabajado el ver y el no ver y ver desde el corazón.
También he desarrollado el oído y he podido aprender a reconocer muros frente a mi y puertas abiertas con los ojos cerrados.
Ha sido un trabajo muy bonito y muy personal”.
Violeta Pérez. Interpreta a Chabuca.
“En la obra, todo estaba tranquilo y de repente aparece un factor en escena y algo cambia. Es una paradoja ya que lo que era una buena noticia acaba siendo todo lo contrario. Se crean reacciones inesperadas y acaba siendo un desastre.
Chabuca es una mujer muy inteligente, eficaz, solitaria y reprimida. Está pasando una depresión aunque es una persona optimista a la que la vida ha tratado mal. Ella es una gran profesional, muy prestigiosa pero en lo personal está vacía y muy triste.
Lo único que le aporta felicidad es su trabajo. Hoy en día esto pasa mucho, hay un gran vacío espiritual en la sociedad.
El Teatro de hoy se ve dañado por un estancamiento del que nadie se ocupa. El público se conforma y aplaude cualquier cosa, lo cual cierra la puerta al teatro que busca algo más allá: la cultura. Se debe dar una salida al arte creador, a la calidad, como hace el Fernán Gómez con Pablo Messiez”.