Por Rocío Pastor Eugenio.
Sábado por la noche: ¡es hora de salir de fiesta!
Te arreglas, estrenas ese vestido de infarto, tus taconcitos y te vas con tu grupito de amigas a esa nueva discoteca de moda de la capital.
Pero cuando llegas con toda la alegría en el cuerpo y muchas ganas de marcha… ¡toca esperar! Por que como tú, otros muchos están deseando gastarse un pastón para poder entrar después de discutir con el gorila de turno y de que la de delante te apeste con el cigarro que ha decidido fumar para ella y para todos los de la cola en un ataque solidario.
Al menos, durante la espera, puedes observar los diferentes modelitos de los que te rodean y distinguirlos según su moda (ya sabemos que la moda es psicología y sociología aplicada), así encontraremos a los preppy, los grunge, los góticos – aunque no acabas de entender por qué vienen a escuchar tecno-pop-, los gafa-pasta y modernillos, los chicos apretados de GAP y D&G, las chicasdel Bershka y del Stradivarious…
También pueden diferenciarse según tema de conversación: los que narran todo lo que hicieron la noche anterior y todo lo que piensan hacer esta (los típicos de “me como cero y cuento 20”), los que hablan sobre los últimos temas british y art decó, las malotas que comen chicle mientras hablan de no sé qué programa de televisión o aquellos extravagantes que discuten temas existenciales o de política “en un entorno tan frívolo”, según apunta una buena amiga.
Al final la hora de cola se vuelve entretenida y a la hora de entrar ya ni siquiera te apetece contagiarte de ese ritmo estrepitoso, esa cara y de baja calidad bebida y los empujones de los frenéticos bailarines. Será la edad.
Por cierto y para que veáis que esto es de lo más común, existe un grupo en Facebook que ilustra los pros y los contras de la espera discotequera.
1 comentario
a mi me pasa lo mismo… sales con ganas y terminas queriéndote ir a casa a causa de la fauna…
Sí por los planes de colegas, con pintas impensables y por supuesto sin premeditarlos!