Por Rocío Pastor Eugenio.
El Teatro Español vestirá bajo los colores de la bandera española la Sala 2 de las Naves del Español de Madrid con Queipo. El sueño de un general.
Su autor y director, Pedro Álvarez-Ossorio, define a su principal personaje, Don Gonzalo Queipo de Llano, como una “controvertida figura y la significación en la memoria histórica de Sevilla”. Según el director ya es hora de sacar a relucir los secretos y contradicciones del régimen. Él por su parte lo hace analizando la historia de este peculiar personaje desde 1936 a 1951, desde las tablas del teatro, donde la realidad se enfrenta cara a acara con el público.
En una escenografía cargada de fuerza gracias al coordinado juego de luces y sombras, se transporta al espectador a una España olvidada sobre la que la historia ha echado tierra encima, escondiendo las vergüenzas de un pueblo hermano, dividido, ensangrentado. “España nunca descansa”, acusa Queipo de Llano. En continua guerra interna, nuestro país baja la cabeza cayendo en el equívoco al ocultar una verdad que si no se recuerda, volverá a repetirse. Sólo hay que mirar en derredor para poder ver como otros países como Alemania levantan monumentos contra el olvido. En España, al volverla cara a la verdad, la democracia, los derechos sociales y el sufragio se encuentran, hoy de nuevo, en la cuerda floja.
Los personajes se presentarán y se desarrollarán en torno al papel fundamental que la radio ocupaba en esos días. Acompañando la escena de proyecciones, fotografías y emisiones de la época, retratarán una España de ostentación, de terror, de apariencias. La Iglesia como suma emperatriz del movimiento poderoso que aflige al pueblo y lo oprime. La culpa, el castigo, la vergüenza… todo con tal de lograr que el ego propio sobreviva por encima de la razón y la igualdad.
Bajo la voz de Ricardo III y la del propio Queipo de Llanos, Antonio Dechent, con voz grave y una gran interpretación, declama desde el interior de sus entrañas dando natural existencia a cada palabra y a cada pausa demostrando que el teatro es, sin duda, magia.
Franco se presenta como un personaje caricaturesco lleno de ira, de frialdad y de cinismo capaz de acuchillar frases como: “la guerra es la guerra”, tras presentársele –y esto es un hecho real- la noticia de que 40 soldados del régimen habían violado a dos trabajadoras hasta la muerte por llevar un carnet sindical. Su alegato: “tranquilo, no vivirán más de cuatro horas”.
Solapando el pasado y el presente, se revelan los tejemanejes del dictador para conseguir y mantener el poder. Chivatazos, exilios, asesinatos, pactos… el control del pueblo era tal que la situación política que quedó tras su muerte y que hoy vivimos, fue pactada por él mismo.
Para terminar una frase del propio autor: “Un pueblo sano es el que es capaz de no olvidar los momentos funestos de su historia”.
1 comentario
Muy recomendable, el actor, Antonio Dechent, brillante. La parte más cruda y triste de la historia de España, que parece que todo el mundo quiere olvidar, sale a la luz pare recordarnos que, ahora más que nunca, es cuando la tenemos que tener presente.