Menorca

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Por Rocío Pastor Eugenio.

 

Menorca es una de esas islas tan cercana y a la vez tan lejos del turismo español. Sus aguas turquesa y sus calas de arena blanca rodeadas por pinos y magia ancestral, nos hicieron crear altas expectativas veraniegas por culpa de un anuncio de una conocida marca de cerveza.

Pero lo cierto es que Menorca está a menos de una hora en avión de Madrid y que su natural belleza la convierte en un MUST para cualquier traveller que se precie de serlo.

Poco contaminada, por la noche el cielo de la isla se refleja en sus aguas cubierto de un manto de estrellas.

Por el día, mil posibilidades

Lo mejor es alquilar un coche y recorrer el pequeño mapa que conforma Menorca. Siguiendo sus carreterillas, no hay pérdida y de punta a punta 45 minutos de Ciudadela al Puerto de Mahón.

Ciudadela nos recibe cargada de historia, tras atravesar los prados con el ganado, las casas señoriales, el blanco de sus calles, los laberínticos y estrechos paseos teletransportan al visitante a la Edad Media.

De Camino de vuelta, es imprescindible pasar por Cala Mitjana, cuya natural belleza dejará boquiabierto al más escéptico y por Benibequer, un pueblo pesquero bañado en blanco que refleja la luz del mar en sus paredes.

Además, Menorca es un gran yacimiento prehistórico, pueden visitarse monumentos de hasta 3.000 y 4.000 años de antigüedad como el Santuario de Talati, la Taula y Talaiot d´en Talati de Dalt; el poblado talaiotico de Torre de En Gaumes o el de Son Catlar, un conjunto pétreo que reafirma la imponente relación entre las piedras y los hombres.

Maó es una bahía salpicada en sus verdes orillas con villas, casitas típicas y espectaculares vistas. El Port ofrece una singular fotografía y sus calles y casco antiguo una entrañable acogida. En los alrededores la Fortaleza de Mola merece ser visitada.

Reserva de la Biosfera

La UNESCO ha otorgado este título a la isla, acotando las obras urbanísticas y protegiendo la ecología del lugar, su fauna y su flora.

Sus calas, su arquitectura, sus humedales, en especial el Parque Natural de la Reserva de Es Grao, y sus conjuntos megalíticos permanecen protegidos.

Estas son algunas de las Calas protegidas:

1. Cala Macarella. Se puede acceder a ella por un camino entre pinares, paredes de piedra rojiza, por un lado, y blanca, micénica o cuaternaria, por otro.

2. Cala Es Talaier. Rodeada por el pueblo de pescadores de Torret y su torre de vigilancia del Siglo XVIII, y se extienden desde Cala Binibeca hasta Cala Binissafúller.

3. Cala d’Algairens. La playa protegida por acantilados, al lado del conjunto prehistórico de Cales Coves ofrece una preciosa postal.

4. Cala Galdana.  Bien comunicada por la carretera de Ferreries, contiene una pequeña zona aislada con preciosas calas, pequeñas y recogidas, rodeadas de pinares y acantilados.

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