Por Rocío Pastor Eugenio.
Vivimos en una aldea global en la que todos estamos unidos y somos iguales.
Bueno, la verdad es que éste es simplemente el concepto, la realidad es muy diferente.
Vivimos divididos en diferentes “mundos”, uno a costa del otro. En uno, los derechos sociales, el amor al prójimo y el bienestar son las bases. En el otro, la explotación, la pobreza, el hambre y la violencia son el pan de cada día. Un mundo consciente del otro que tolera y se divierte con la injusticia.
El capitalismo nos vuelve a todos cobardes. Adapto así, a nuestros días, la célebre cita de Hamlet. No hay sensibilidad sólo consumo. Nos han reeducado creyendo que el dinero, la promoción social y los objetos nos darán la felicidad. No es así.
La solidaridad es un valor que olvidamos con la adquisición del último modelito. Carecemos de información y de ganas de conocer, pero la realidad es que las empresas deslocalizan y externalizan sus servicios dejando sin empleo a los nacionales y explotando a los trabajadores de los países en vías de desarrollo dónde sientan sus empresas. Las excusas son varias, las razones inexistentes. Las empresas amenazan por doquier con frases como: “Si te quejas contrataré a otro que tenga más ganas de trabajar”. ¿Quién será el primero en decir BASTA?
Debemos reeducar en valores y hábitos de consumo. Los medios y la sociedad deben unirse contra el abuso. ¿Qué necesidad hay de acudir a empresas como Inditex o Nike si se sabe de antemano que sus políticas empresariales promueven el trabajo infantil y la mano de obra barata y esclava? Digamos NO, castiguemos con la austeridad, apoyemos al ser humano, creamos en nosotros mismos, demos información veraz y sin miedo y desvelemos la realidad que nos rodea.
Luchemos por la ética e impongamos el respeto, de forma obligatoria a nivel global.
Porque una moda sostenible, una moda ética y un mundo equitativo, es posible.