Ética, Vida y Humanidad

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Por Rocío Pastor Eugenio

Hacía mucho tiempo que no sentía la humanidad y la solidaridad desde tan cerca como desde el inicio del movimiento 15M que ha sido una gran lección para el mundo occidental de saber hacer, democracia y respeto.

Siguiendo esta línea, no paro de analizar los comportamientos éticos que se suceden a mi alrededor. La mayoría de las veces, éstos están ocultos por la rutina, la envidia, el miedo y la mezquindad: Un despido, una mala referencia, una mala contestación, la prisa que impide una charla, el egocentrismo que dificulta un “¿qué tal?”, una crítica a la espalda, crucificar a alguien sin motivos para salvarse uno mismo, un empujón en el metro para salir primero, una mirada desviada para no tener que saludar al vecino… Todos estos actos diarios y cotidianos deberían ser censurados por cada uno de nosotros que cuando lo viésemos ocurrir delante de nuestras narices deberíamos gritar en voz bien alta: “NO”.

Otras veces, sin embargo, lucen llenos de esperanza. El otro día pude experimentar cómo en una clase de Máster, un singular ponente hizo su entrada en la sala. Al comienzo de su discurso nadie daba mucho crédito a su hablar pausado y a su tartamudeo. Poco a poco su mensaje se alzaba por encima de las palabras y calaba en el interior de los asistentes.

Ética. Moral y libertad.

Abrió su mente y contagió con su gesto a quienes escuchaban. Ideas sencillas y de sentido común resultaban perlas para los desacostumbrados oídos que en pleno siglo XXI han dejado de pensar en un NOSOTROS cada vez que dicen YO.

“Hay que aprender a mirar por todas las ventanas y saber ver por ellas”

Muchos de los asistentes abandonaron la clase. Hay muchas personas hoy en día que no están preparadas para abrir su mente, salir de la zona de confort, ir más allá y ser conscientes y felices. Esto requiere mucho trabajo interno, aislarse del mundo y comprender en soledad quiénes somos y qué queremos. Este gran paso es imprescindible para poder avanzar en nuestro camino y conseguir vivir en equilibrio con nosotros mismos y con los demás.

Cómo Diógenes, busco al hombre e intento descifrar cómo no somos capaces de entender que la madurez no la da un cargo ni la edad, por qué nos aferramos a vivir tristes y a ponernos trabas, cuándo hemos dejado de ser humanos.

“Yo enseño a la gente a ser hombre y a ser mujer”

Para ser un buen profesional en el ámbito que sea se requiere amor, destreza y conocimiento ya que quien no estudia no sabe, quien no sabe no está preparado y quien no está preparado comete errores a la primera ocasión. “El conocimiento no ocupa lugar”, parece una frase manida pero es la pura realidad, cuanto más sepas sobre todas las cosas más abierta estará tu mente y más lejos podrá llegar tu intelecto. Todo lo que uno lee y lo que uno estudia le hace crítico frente al mundo y cultiva opiniones. El conocimiento hace de uno misma una persona más equilibrada y más capaz con la libertad que da poder elegir.

La vocación es aquello que nos hace vibrar, aquello que nos desarrolla como profesionales o incluso como personas, es la evolución del don que cada uno tiene. Es lo que sueñas ser independientemente de los padres y de lo que se suponga “más práctico”.

“Inténtalo, inténtalo de nuevo, aprende a fracasar mejor la próxima vez”, siempre.

Cada persona debe luchar por encontrar aquello que le haga feliz y luchar por conseguirlo mediante el trabajo diario, la constancia y la paciencia, siempre dentro de la más profunda humidad. Todo aquel que diga que a cierta edad no merece luchar, es una persona que ha muerto. Todo aquel que decida que ya lo ha conseguido todo en la vida será cegado por su prepotencia y le hará triste.

“Sé la diferencia que marque la diferencia”.

Descubre quién eres y qué quieres hacer. Reflexiona en tu interior sobre ti mismo. Focaliza, concentra y sé positivo. Para ser un líder en cada aspecto de tu vida has de ser creíble, independiente y coherente contigo mismo, con tus palabras y con tus actos, siempre, en todos los ámbitos de tu vida.

Hoy en día hay dos enfermedades que marcan y machacan a nuestra sociedad. Una es el infantilismo que hace que jamás seamos culpables de nada cuando la realidad es que SER ADULTO supone NO poder echar la culpa de lo que nos pasa a NADIE. Cada uno es responsable de sus actos y de su suerte. Tú decides sobre tu vida.

La otra es la victimización. Pedimos un trato de favor y buscamos mil excusas. Los inmaduros e irresponsables no tienen edad.

Sal de tu zona de confort.

Cruza los límites de tu mundo, ves más allá de lo que conoces, arriésgate, evoluciona, crece y enfréntate al cambio dando las gracias: “Esta puerta está abierta sólo para usted” ¿Serás capaz de cruzarla?”.

Ser-Hacer- Tener

El curso de la vida siempre sigue sus fases, nunca conseguirás nada si no consigues ser tu mismo y respetarte llevando a cabo esa forma de vida.

Debes estar motivado, ser flexible y constante, “se necesita una gran pasión –y mucho esfuerzo y paciencia- para ser capaz de soportar el esfuerzo”.

Aprende a decir que NO. Habla claro y estate dispuesto a pagar los peajes que suponen la verdad, la dignidad y el respeto por uno mismo y por la humanidad.

Y sobre todo jamás confundas la ética con la estética.

El bien no hace ruido. Haz lo que puedas con lo que tengas en cada momento.

Atrévete a ser tu mismo y a mirar a todos los demás con respeto y humildad. Tu libertad acaba donde empieza la de los demás. “Considera al otro como aquel que tiene dignidad y no precio, somos personas no números”.

Y por favor, sonríe.

Gracias Fernando Velasco por tu voz, por tu conocimiento y por ser capaz de cruzar la frontera social que aleja la verdad del miedo.

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