La hora del Planeta

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Bajo este lema, las luces del mundo entero se apagaron durante una hora. La hora del planeta es la mayor campaña ambiental en la historia y el pasado, sábado 27 de marzo de 2011, cumplió su cuarta edición. La ONG WWF impulsa este proyecto que consiste en apagar las luces – y cualquier aparato eléctrico prescindible – durante una hora, para demostrar que cada uno de nosotros podemos tener un impacto positivo en la reducción del consumo mundial de energía y en la lucha frente al cambio climático.

Este evento es algo tan sencillo como dar a un botón y apagar la luz. Puede que sea debido a su sencillez por lo que la medida sea tan multitudinaria o puede que simplemente se deba a que participar en este tipo de actos, por parte de políticos, bancos e incluso equipos deportivos crean una muy buena política de marketing.

Sea por lo que sea parece necesario que este tipo de campañas se lleven a cabo. Es un hecho que el mundo va a la deriva gracias al calentamiento global que hemos generado nosotros, los seres humanos.

La energía eléctrica es generada por centrales térmicas y nucleares que contaminan en gran medida al medio. Las primeras influyen en el calentamiento global por el efecto invernadero que causan lluvia ácida; las centrales nucleares producen residuos radiactivos contaminantes. Para deshacerse de estos desechos las naciones industrializadas han decidido enterrarlos en lugares desérticos y esperar a que desaparezcan por si solas en el plazo de 10,000 años, lapso en el que pierden su efecto radioactivo.

Resulta curioso también que la medida naciese en Sydney y de ahí se extrapolase al resto del mundo. ¿Por qué en Occidente no sentimos este fervor ecologista siendo los que más dinero tenemos? Cualquiera que sea la respuesta nos lleva a la clara desinformación que sufrimos los ciudadanos al respecto. Sabemos qué hacemos daño al medio ambiente pero ni lo sabemos con claridad ni nos preocupamos por saber en qué grado ni qué consecuencias conllevará todo ello. Tampoco los medios o los políticos nos enseñan de forma efectiva a relacionarnos con el planeta y sólo participan en actos que duran una hora al año, siendo esto más simbólico que suficiente. Más que una hora de ahorro de energía parece un minuto de silencio por el asesinato de nuestro mundo.

Conocemos la existencia de otras fuentes de energía menos agresivas para el planeta, como la física, la energías renovables, la eólica, la solar, la hidráulica o la mareomotriz; pero sin embargo éstas no tienen un acogimiento efectivo prefiriendo los Gobiernos continuar usando la eléctrica a pesar de las consecuencias negativas que ésta nos acarrea. Es obvio que las razones de toda esta masacre medioambiental son puramente económicas, los Gobiernos subsisten de las empresas y las empresas ganan más dinero cuanto más daño hacen al planeta, es por ello que por eso participan en actos de este talante para limpiar su tóxico nombre.

Si continuamos así, dejando que Gobiernos y empresarios disequen nuestro hogar, nuestra tierra. No sólo seremos víctimas de la desaparición, muerte y destrucción de nuestro planeta si no que también seremos, y en cierto modo ya lo somos, verdugos.

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